“Quien controle la narrativa en Querétaro, controlará el destino político del Bajío.”
Querétaro se encuentra en el epicentro de una lucha política que trasciende lo electoral. Esta disputa por el control del discurso no solo define la hegemonía política en un estado estratégico, sino que también enfrenta dos visiones de gobernanza: una tecnócrata, basada en la autoproclamada eficiencia administrativa del panismo, y otra que articula progreso e integración social bajo la narrativa de la Cuarta Transformación (4T).
Como señala Juan Carlos Monedero en El gobierno de las palabras: Política para tiempos de confusión, “en política, las palabras no son herramientas, son armas”. En Querétaro, estas armas discursivas configuran percepciones, legitiman proyectos y construyen hegemonía. La narrativa no es solo un recurso, sino el dispositivo central en esta lucha por el poder.
El PAN y su resistencia discursiva
La narrativa tecnócrata del PAN, eficaz en Querétaro durante décadas, enfrenta una paradoja en el contexto actual. El gobernador Mauricio Kuri denuncia un supuesto abandono financiero del gobierno federal, pero al mismo tiempo presume de la eficiencia administrativa estatal que permite prosperar sin apoyo federal. Este doble discurso combina victimización y heroísmo administrativo, buscando posicionar a Querétaro como una “isla de eficiencia” en un país supuestamente mal administrado por la Federación.
Este relato, como explica Michel Foucault en La construcción de la realidad social, no depende de su veracidad, sino de su capacidad para moldear la percepción colectiva. En esta narrativa, Kuri se presenta como un líder resistente que enfrenta las “injusticias” de una Federación centralista. Sin embargo, evade responsabilidades clave, como en la polémica obra de la carretera 5 de Febrero, lo que abre flancos vulnerables que Morena ha comenzado a explotar.
Según Paul A. J. Morris en El poder de la narrativa, los relatos de victimización funcionan especialmente bien en tiempos de incertidumbre, ya que los ciudadanos buscan líderes que conviertan frustraciones en acción política. No obstante, esta estrategia enfrenta límites en un contexto donde los resultados concretos pesan más que la retórica. Cada vez más ciudadanos cuestionan si la narrativa de Kuri es una estrategia para eludir la rendición de cuentas.
A esto se suma la crisis interna del PAN. Líderes históricos como Pancho Domínguez, Ricardo Anaya e Ignacio Loyola han advertido sobre la necesidad de renovar el partido para evitar su colapso. Sin embargo, como señala Pablo Iglesias en Disputar la democracia, “los partidos tradicionales, cuando no son capaces de transformarse, se convierten en los mayores aliados del cambio que dicen combatir”. La incapacidad del PAN para articular una narrativa renovada ha facilitado que Morena capitalice el descontento ciudadano.
Morena: la narrativa del progreso integrador
Frente al discurso de resistencia del PAN, Morena ha articulado una narrativa de progreso, justicia social e integración. Durante un reciente evento en Querétaro, Alfonso Ramírez Cuéllar presentó, junto a diputados federales, un ambicioso plan que incluye una partida histórica de 47 mil millones de pesos para programas sociales y proyectos de infraestructura, destacando el tren México-Querétaro como eje central.
El proyecto, parte de “Construyendo el Segundo Piso 24-30”, también propone metas en vivienda, como la construcción de un millón de hogares nuevos y un programa de regularización de propiedades. Este enfoque, como explica Andrew C. E. Franklin en Narrativas del poder: El papel de la ficción en la política moderna, demuestra que “las narrativas más poderosas no solo cuentan historias, sino que construyen futuros posibles”.
La narrativa como dispositivo de poder
En esta disputa, las palabras no son neutras. Como advierte Monedero en La izquierda que asaltó el algoritmo, “la política es, en última instancia, una lucha por imponer sentidos”. Morena ha entendido esta lección al conectar su discurso con las aspiraciones ciudadanas, contrastándolo con la retórica panista, que carece de cohesión y liderazgo.
El PAN, atrapado en una narrativa dispersa, intenta compensar su debilidad con estrategias individuales de sus principales figuras. Sin embargo, como advierten Couldry y Hepp en The Mediated Construction of Reality, “las narrativas no solo describen el mundo, lo producen”. En este sentido, Morena está transformando la percepción de Querétaro, integrándolo a un proyecto nacional de transformación mientras el PAN se hunde en su discurso de resistencia.
“Construyendo el Segundo Piso 24-30” como proyecto hegemónico
Más allá de un programa político, “Construyendo el Segundo Piso 24-30” es una estrategia de hegemonía. Como señala Iglesias en Ganar o morir: Lecciones políticas en Juego de Tronos, Morena no solo compite en lo electoral, sino que busca redefinir las reglas del juego político, consolidando un proyecto de largo plazo que combina desarrollo económico e inclusión social.
El tren México-Querétaro es el símbolo central de esta narrativa. No es solo una obra de infraestructura, sino un emblema del cambio que Morena promete. Franklin señala que “los símbolos narrativos no solo representan realidades, las producen”. Este tren es tanto una obra física como una metáfora del progreso integrador que Morena busca materializar en Querétaro.
Querétaro: un laboratorio político
La batalla por Querétaro trasciende sus fronteras y lo posiciona como un laboratorio de narrativas que definirán el futuro político de México. Morena, al articular un discurso coherente de integración y progreso, está construyendo una base social que legitima su proyecto a nivel nacional.
Por su parte, el PAN enfrenta un dilema existencial. Si no logra renovar su narrativa, corre el riesgo de convertirse en irrelevante. Como advierte Iglesias en Disputar la democracia, “cuando los partidos tradicionales no se adaptan, son derrotados por fuerzas emergentes que interpretan mejor las demandas de cambio”.
Conclusión: la hegemonía de las palabras
En Querétaro, la narrativa no es solo un instrumento de comunicación; es el campo de batalla donde se decide el futuro político del Bajío. Mientras el PAN insiste en una retórica de resistencia, Morena ha demostrado entender el poder transformador de las palabras, construyendo un relato que no solo conecta con las aspiraciones ciudadanas, sino que proyecta un futuro posible.
Como concluye Monedero en El gobierno de las palabras, “quien controla el relato, controla el destino político”. En Querétaro, como en todo México, las narrativas políticas son la herramienta más poderosa para construir hegemonía y definir el rumbo de una nación.
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