En las vísperas de Navidad, mientras el frío envuelve las calles y las luces parpadean como recuerdos a medio formar, la política también parece entrar en un estado de pausa reflexiva. Al igual que la Navidad, la política es un terreno de expectativas: promesas hechas, traiciones percibidas y el eterno deseo de redención.
Con una taza de café en las manos y la mirada perdida en la ventana, reflexiono sobre el significado de este momento para Querétaro. Es un periodo para evaluar lo construido y lo abandonado, para imaginar lo que aún queda por hacer. Morena y el PAN, los protagonistas de esta historia política, enfrentan dilemas propios de las vísperas: incertidumbre, contradicciones internas y la urgencia de reconciliarse con sus promesas.
Para Morena: El reto de la autodefinición
La pausa decembrina llega en medio de una crisis de identidad para Morena. Nacido como un movimiento de transformación, el partido enfrenta la contradicción entre sus ideales fundacionales y la realidad política actual. En Querétaro, esta crisis se acentúa a través de las alianzas estratégicas con partidos como el PVEM, que han generado un sentimiento de traición entre las bases. Aunque tales alianzas pueden ser necesarias para mantenerse en el poder, distancian al movimiento de los principios de justicia social, equidad y transparencia que lo definieron inicialmente. Los pragmáticos dentro del partido argumentan que estas decisiones son inevitables, pero el costo es alto: la pérdida de legitimidad.
Si bien las victorias electorales pueden consolidarse, el verdadero desafío para Morena es recuperar la coherencia en su mensaje y volver a las raíces que lo impulsaron. El tiempo se agota y la Navidad, con su simbolismo de renacimiento, ofrece la oportunidad perfecta para reflexionar sobre su identidad y hacer un alto en el camino. En estas vísperas, la pregunta clave no es solo si puede ganar, sino si podrá hacerlo sin traicionarse a sí mismo. El regreso a los principios fundacionales de transformación es urgente. Los queretanos necesitan un proyecto político que los reconozca como protagonistas activos, no como meros espectadores de las dinámicas políticas de élite.
Para el PAN: Sostener una narrativa en crisis
El PAN, por su parte, enfrenta un reto similar: mantener su narrativa de progreso y estabilidad en un contexto donde las promesas de desarrollo no se han traducido en soluciones concretas para los queretanos. La infraestructura deteriorada, los servicios públicos insuficientes y la creciente desigualdad exponen las fisuras de la gestión panista. A pesar de los esfuerzos por mantener una imagen de solidez, el gobierno de Querétaro debe hacer frente a una creciente desconexión con la realidad cotidiana de los ciudadanos.
Para el PAN, las vísperas de Navidad son también un momento de reflexión. La estabilidad que ha defendido durante años está en riesgo de agotarse si no logra adaptarse a las demandas sociales actuales. La retórica del progreso pierde fuerza cuando las calles siguen siendo un reflejo de la desigualdad y la marginación. No basta con prometer más desarrollo; el verdadero reto está en mostrar que el progreso llega a todos los rincones del estado, no solo a los sectores más favorecidos.
Siguiendo el pensamiento de Sun Tzu, “la mejor batalla es la que no se pelea”, el PAN en Querétaro debe aprender a ganar en el terreno simbólico, no solo en las urnas. Si quiere recuperar la confianza ciudadana, debe presentar una visión de futuro que no esté basada en promesas vacías, sino en acciones tangibles. En esta Navidad, el PAN tiene la oportunidad de reconstruir su relación con los queretanos, demostrando que su proyecto de estabilidad puede incluir a todos, especialmente a los más necesitados.
La metáfora de la víspera: luces y sombras
Las vísperas, tanto para Morena como para el PAN, son momentos de pausa, de expectativas no cumplidas y de preparación para lo que está por venir. Ambos partidos se enfrentan a una batalla simbólica más importante que la electoral: la batalla por recuperar la confianza y la legitimidad ante una ciudadanía cada vez más escéptica. En estas vísperas, los queretanos observan, no solo con los ojos, sino con el alma, las decisiones de los partidos.
La Navidad nos recuerda que, aunque el cambio es posible, este requiere coraje, introspección y, sobre todo, coherencia con lo prometido. La verdadera prueba para Morena y el PAN no es si ganarán las próximas elecciones, sino si podrán, en el proceso, recuperar lo perdido: la esperanza genuina en un futuro mejor.
Reflexión final: el arte de comenzar de nuevo
La Navidad, con su mezcla de melancolía y esperanza, invita a la introspección. No es solo un momento de celebración, sino una oportunidad para reconciliar lo que somos con lo que queremos ser. Para Morena, este puede ser el inicio de un nuevo capítulo, uno que demande valentía para enfrentar sus contradicciones y regresar a sus principios. Para el PAN, el desafío es demostrar que la estabilidad que predica es inclusiva y beneficia a todos los queretanos, no solo a unos pocos.
En política, como en la vida, no hay caminos fáciles. Pero siempre existe la posibilidad de un nuevo comienzo, de regresar al origen y construir algo diferente. Querétaro, hoy más que nunca, necesita un liderazgo que se comprometa con su gente, que transforme las promesas en realidades y que abra las puertas a un futuro en el que todos tengan un lugar.
Sin embargo, si los partidos tradicionales siguen anclados a sus esquemas obsoletos, surgen espacios para nuevas organizaciones políticas que ofrezcan alternativas reales. En Querétaro, un sector ciudadano huérfano de propuestas auténticas podría unirse en torno a una nueva opción política, una organización que luche y genere esperanza de Más por Querétaro, que priorice las necesidades reales de la gente por encima de los intereses de los grupos de poder. Esta organización podría ser la fuerza renovadora que, al margen de las dinámicas de poder actuales, brinde un camino hacia un futuro más justo y equitativo, ofreciendo la esperanza de un cambio genuino y transformador para los queretanos.
El reto es que esa luz no se apague, que no se quede en un simple destello, sino que crezca y se transforme en la fuerza que impulse a Querétaro hacia un futuro más justo y participativo. Sin importar la temporada, el cambio siempre es posible si tenemos el coraje de empezar de nuevo, de abrir los ojos a lo que nos rodea, y de dejar atrás los fantasmas del pasado.
Termino el texto, guardo las notas, y me preparo para buscar mi playera de los Steelers. Hoy toca reunirme con los Steelers fans para disfrutar un partido clave contra los Ravens. Por un momento, dejo a un lado la política y me aferro a lo que realmente nos une: la pasión, ya sea por un proyecto, un equipo o la esperanza de un mañana mejor.
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