“El PRI ha pasado de mover las piezas a ser un peón en su propio tablero, y su última jugada solo evidencia que el jaque mate se acerca.”
En política, como en el ajedrez, no basta con mover piezas: hay que hacerlo con visión, anticipación y un plan de juego. El Partido Revolucionario Institucional (PRI), otrora coloso de la política mexicana, parece haber olvidado esta regla básica y se ha convertido en un jugador errático, sin estrategia ni propósito. Hoy, más que disputar la victoria, el PRI lucha por no ser un peón irrelevante en el tablero.
En su época de esplendor, el PRI jugaba con la precisión de un Gran Maestro: dominaba las aperturas con su maquinaria electoral, controlaba el medio juego con su capacidad de negociación y cerraba las partidas con la contundencia de un jaque mate. Pero los tiempos han cambiado. Ahora, el partido parece un rey acorralado, sin piezas para defenderse y con un reloj que corre en su contra.
El PRI en Zugzwang: mover es perder
En el ajedrez existe un concepto llamado zugzwang: una posición en la que cualquier movimiento que hagas empeora tu situación. Así está el PRI. Si se mantiene en la inercia, sigue perdiendo militantes, votos y relevancia. Si intenta hacer algo, como la reciente iniciativa de la diputada plurinominal Abigail Arredondo Ramos para frenar el “chapulineo”, solo evidencia su desesperación.
Arredondo, además de ser diputada federal, es la presidenta del PRI en Querétaro, donde ha visto desfilar las renuncias de militantes, secretarios de su estructura partidista y diputados locales. Frente a este desmoronamiento, decidió lanzar una iniciativa para impedir que los legisladores plurinominales cambien de partido, como si una ley pudiera suplir lo que el PRI ya no ofrece: razones para quedarse.
Vestida con una chamarra del Chapulín Colorado (porque nada grita más “nos queda solo el humor involuntario” que eso), Arredondo intentó vender la idea de que el PRI aún tiene control sobre sus filas. Pero su jugada no busca fortalecer al partido, sino evitar que lo sigan abandonando.
“¡No contaban con su astucia!”, exclamaron algunos de sus compañeros, sin darse cuenta de que el PRI es el único que no cuenta con astucia, estrategia ni narrativa. Cuando los “chapulines” beneficiaban al PRI, no había indignación. Hoy que los saltos van en dirección contraria, quieren cerrar la puerta con candados legales.
Pero el problema del PRI no es el “chapulineo”. Es la falta de ideas políticas y estrategias coherentes para recuperar la credibilidad del electorado. Un partido sin proyecto de país no es más que una maquinaria vacía, condenada a la irrelevancia.
Sin piezas clave, sin estrategia
En ajedrez, cada pieza tiene una función estratégica. Los alfiles marcan diagonales, los caballos sorprenden con movimientos inesperados, y la dama da golpes decisivos. Pero el PRI ha perdido sus piezas clave:
1. Los líderes territoriales: Gobernadores, alcaldes y operadores políticos que alguna vez fueron la columna vertebral del PRI han migrado a Morena o Movimiento Ciudadano. Sin cuadros fuertes, el partido ha perdido su capacidad de movilización.
2. La narrativa: Morena habla de transformación, el PAN de resistencia y Movimiento Ciudadano de innovación. ¿Y el PRI? Ni siquiera sabe qué decir. Sin un relato que conecte con la gente, su comunicación es ruido sin contenido.
3. El electorado fiel: La militancia priista envejece y no se renueva. Sin nuevos cuadros y sin jóvenes que se identifiquen con su proyecto, el partido está condenado a la extinción.
Mientras otros partidos avanzan con estrategias bien calculadas, el PRI sigue reaccionando sin rumbo. Ha pasado de ser un estratega implacable a un jugador que mueve piezas sin sentido, esperando un milagro que no llegará.
El jaque mate se acerca
La política es un juego de largo plazo. Los partidos que entienden esto construyen su hegemonía con paciencia y estrategia. Morena lo ha hecho con su narrativa de la Cuarta Transformación. Movimiento Ciudadano ha sabido capitalizar el desencanto juvenil. El PAN, a pesar de su crisis interna, mantiene su base conservadora.
¿Y el PRI?
Cada día que pasa sin una estrategia real es un día más cerca del jaque mate. Si el partido no encuentra una identidad clara, una narrativa convincente y una estrategia de poder efectiva, su desaparición será solo cuestión de tiempo.
Por ahora, su única jugada ha sido ponerse una chamarra del Chapulín Colorado y esperar que alguien lo salve. Pero en política, como en el ajedrez, los milagros no existen. Solo hay buenos jugadores… y aquellos que ya han perdido sin darse cuenta.
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