“En política, lo importante no es tener la razón, sino que te la den.” Konrad Adenauer
El liderazgo no se mide en tiempos de estabilidad, sino en la capacidad de gestionar crisis, convertir debilidades en fortalezas y reposicionarse en escenarios adversos. Claudia Sheinbaum ha mostrado un instinto político refinado para manejar su primer gran desafío internacional: la embestida de Donald Trump. La clave de su éxito no ha sido solo la resistencia, sino la reconfiguración de la narrativa en su favor. En términos de control de daños y capitalización de crisis, Sheinbaum ha ejecutado una jugada magistral.
De crisis a oportunidad: la batalla de los aranceles
El anuncio de Trump sobre la imposición de aranceles a México fue concebido como una medida de presión política y económica. Para cualquier otro líder, la respuesta obvia hubiera sido caer en el juego de la confrontación o, en el extremo contrario, ceder de inmediato para evitar el golpe. Sheinbaum hizo algo distinto: mantuvo la calma, cohesionó a su equipo y se posicionó en una narrativa que le permitió tomar el control del discurso.
La estrategia tuvo tres pilares:
1. Redireccionar la culpa: En lugar de aceptar el marco de Trump sobre la inacción de México frente al crimen organizado, Sheinbaum giró el argumento: si el narcotráfico es un problema bilateral, la responsabilidad también lo es. Así, colocó en la mesa la complicidad de las armerías estadounidenses con los cárteles y la inacción del gobierno de EE.UU. para frenar el consumo interno de drogas.
2. No caer en provocaciones: Mientras Trump jugaba al escándalo mediático, la presidenta mexicana optó por la mesura. No hubo declaraciones incendiarias ni reacciones viscerales, lo que reforzó su imagen de estadista frente a un adversario impredecible.
3. De la amenaza a la negociación: Sheinbaum no se limitó a rechazar los aranceles; ofreció cooperación en términos que México podía controlar. Esto desactivó la crisis sin ceder soberanía y le permitió proyectar liderazgo tanto a nivel nacional como internacional.
El resultado: una victoria política. La pausa de los aranceles no solo evitó un daño económico inmediato, sino que consolidó a Sheinbaum como una líder que sabe jugar en la arena de la alta diplomacia sin perder autoridad.
Trump y la “mujer maravillosa”: Cómo aprovechar un escándalo en favor del líder
Uno de los momentos más inesperados fue cuando Trump, en una conferencia de prensa, elogió a Sheinbaum como una “mujer maravillosa” y admitió haber tomado una de sus ideas sobre el consumo de drogas. Este episodio, lejos de ser anecdótico, es una muestra de cómo Sheinbaum ha sabido insertarse en la narrativa mediática de su adversario sin perder terreno.
Aquí hay tres claves de esta jugada:
1. Colocar un mensaje en boca del adversario: Cuando Trump reconoce que la presidenta mexicana le dio una gran idea, Sheinbaum no solo gana legitimidad, sino que se posiciona como una líder con influencia en el discurso político de EE.UU.
2. Transformar la narrativa del problema: La estrategia habitual de EE.UU. ha sido señalar a México como el responsable del narcotráfico. Con su comentario sobre los valores familiares y la falta de campañas de prevención en EE.UU., Sheinbaum logró que Trump replicara, sin darse cuenta, su mensaje.
3. Utilizar el elogio en beneficio propio: En política, cuando un adversario te elogia, tienes dos opciones: rechazarlo o capitalizarlo. Sheinbaum hizo lo segundo, permitiendo que su liderazgo trascendiera fronteras.
El control de daños: equilibrio entre firmeza y pragmatismo
En crisis internacionales, la línea entre la firmeza y la diplomacia es delgada. Sheinbaum ha sabido caminarla con precisión. Si hubiera sido demasiado dura con Trump, habría puesto en riesgo la relación bilateral y la estabilidad económica. Si hubiera sido demasiado blanda, habría perdido autoridad.
La clave de su éxito radica en cuatro factores:
1. Mensaje claro y consistente: En toda la crisis, Sheinbaum no ha cambiado su postura ni ha dado señales de debilidad. Ha mantenido el discurso de defensa de la soberanía sin caer en la agresividad.
2. Alianzas estratégicas: En vez de enfrentar sola la crisis, se ha apoyado en su equipo y en sectores estratégicos como el empresarial, que tenía tanto que perder como el gobierno ante los aranceles.
3. Evitar el juego de Trump: Trump es experto en provocar reacciones emocionales en sus oponentes para luego explotarlas mediáticamente. Sheinbaum ha evitado esa trampa, proyectando madurez política.
4. Propuesta en lugar de reacción: No solo ha respondido a las agresiones, sino que ha colocado temas propios en la agenda, como la corresponsabilidad de EE.UU. en el narcotráfico.
Lecciones para el futuro: ¿Hasta dónde llega la estrategia de cabeza fría?
Sheinbaum ha superado con éxito su primera gran prueba internacional, pero el verdadero reto será mantener esta estrategia a largo plazo. Trump es impredecible y la estabilidad de la relación bilateral dependerá de su capacidad para seguir convirtiendo cada crisis en una oportunidad.
Los escándalos y las presiones continuarán, pero la gran lección de este episodio es que un líder no solo debe saber responder, sino también moldear la narrativa a su favor. Sheinbaum ha demostrado que, en política, la frialdad bien administrada puede ser más poderosa que la fuerza bruta del escándalo mediático en redes.
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