“En el ajedrez del poder, ni la fe ni la astucia bastan: solo quien entiende las sombras decide el destino del juego” Una elección papal no es solo un acto de fe. Es también —y tal vez sobre todo— un rito del poder. La película Cónclave (2024), dirigida por Edward Berger, es una demostración precisa y perturbadora de ello. Quien piense que en la Capilla Sixtina solo se reza, no ha entendido nada del ajedrez político que se juega bajo sus frescos. Cada sotana oculta una estrategia, cada rezo una táctica, y cada voto, una jugada con consecuencias históricas. No estamos ante un drama religioso, sino frente a una disección quirúrgica del poder en su forma más pura: la lucha por el mando entre iguales que se dicen hermanos, pero se mueven como enemigos en un tablero de alianzas frágiles y ambiciones voraces. El gran acierto de Cónclave es mostrar que el poder no necesita del estruendo para consolidarse. A veces, basta el silencio, la mirada, el gesto calculado. En ese sentido, el film...
El propósito de mi blog es ofrecer un análisis político profundo y accesible, centrándome en la narrativa que rodea los acontecimientos y procesos políticos.